Primavera y verano
Mi querido General, me temo que ésta va a ser mi última misiva. Las Cuatro Estaciones nos han pasado por encima a galope tendido.
Vaya susto. Pensé que las palomas que lo habitan se habían zampado su
cabeza. El agua replicó mi escalofrío con un ligero temblor.
Dibujé con el dedo un conjuro en el estanque y apareció de nuevo,
completo, con añiles prendidos a la
pechera y siemprevivas naciendo de las crines de su montura.
Menudo veranito. Este julio en Madrid llegar hasta sus dominios al
atardecer requería la misma temeridad que organizar un pícnic en el Valle de la
Muerte.
Los atardeceres de agosto llegaron cargados de nubes, y remansaron pequeños lagos azul índigo a los pies de su
montura.
Adiós, mi General, no puedo
deshacer este conjuro que nos une.
Por eso me destierro a unos metros
de su fuente. Mi obsesión necesita un respiro.
¡Hasta siempre!
Se oye el siseo de los árboles. Las
hojas discuten su turno de caída.
El otoño se acerca mientras yo...me alejo
El otoño se acerca mientras yo...me alejo